Lost in translation

Perdida me encuentro en mi propio laberinto de emociones y sensaciones, tantas a la vez que no puedo pararme a diferenciarlas. En mi cabeza, un ovillo de lana que no consigo desenmadejar, y que cuanto más lo intento más se enreda. Complejidades e ironías de la vida.

A veces es necesario reírse de uno mismo, aunque no haya una razón aparente. Es mejor reír sin motivo, que llorar sin motivo. Es ése momento en el que sientes que si dejas escapar lo que hay dentro de tí, te echarás a llorar, y por lo tanto tratas de protegerte con la risa. Es una buena terapia.
Y cuando veo que al haber recorrido el laberinto entero, vuelvo a encontrarme con un final sin salida, me río. Y, qué le voy a hacer, tendré que dar la vuelta y volver a recorrerlo, es evidente que me habré pasado la salida sin reconocerla... Será ésta?

Irónica utopía de la vida


Hoy voy a empujar la vida como si fuera mi única meta. Voy a empujarla para que vaya a mi ritmo. Pienso decidir mi futuro, mi destino, yo misma, provocar que pase aquello que yo quiero. Es una utopía, pero es mía. Y a quién le importa si se cumple o no? A pocos. Pero eso no importa.
Con frecuencia dejo que la vida decida por mí el camino. Pero hoy no será así, hoy soy yo quien dicta las reglas para jugar al juego de la vida. Esta vida loca que parece que cuanto más tratas de retenerla, más rápido se te escapa.
Pero hoy no será así. Hoy pienso agarrarme a mi vida como a un clavo ardiendo, y no dejar que se escape ni un sólo granito, porque hoy es un día de oportunidades.

En realidad, hoy sólo es un día más, como otro cualquiera, el que viene justo después de ayer. No tiene nada de diferente de los demás, excepto que yo lo quiero. Yo quiero que sea diferente, y sólo por eso, ya lo es. Y así debería ser siempre. Cada día debería ser aquél en que todos debiéramos elegir nuestros pasos y adonde nos encaminarán, y nos equivocamos si dejamos escapar la oportunidad de elegir.

Empuja la vida para que tome el camino que tú quieres, empújala como si te fuera la vida en ello...

De sol y de sombra

De sol y de sombra sobre un banco de piedra que se convirtió en algo más...

Hoy voy a sonreír al pensar en aquellos que me quieren, me apoyan y me ayudan en esos momentos en que crees que ya nada vale la pena: mis amigos.

Por ellos es por lo que, cuando estoy hundida en mi propio mar de lágrimas, me levanto y me seco las mejillas con gesto decidido y valiente, y me digo a mí misma: para adelante. Levántate y camina. Porque vale la pena sólo porque estáis ahí. Y serán pocos, pero cuanto menor es la cantidad, mayor suele ser la calidad.
Y con la edad te vas volviendo exigente, y aquellos a los que de verdad importas, están o llegan a aprender a estar a la altura, porque váis creciendo juntos.
Y aún en la inmensidad de la soledad, piensas en ellos y te sientes en compañía, y no importa que no estén físicamente contigo, porque sientes su abrazo igual.
Y en los días grises, acabas por ver un rayito que consigue colarse por entre las nubes, piensas en ellos y una sonrisa aparece sin quererlo.

Cambias con ellos, aprendes con ellos, te enfadas, gritas, lloras, ríes, compartes secretos en silencio o a voces, sonrisas a medias arrancadas entre una cascada de lágrimas, cosas que acaban por resultar indescriptibles. Llegan a ser un conjunto de emociones que te dan el motivo para mantener a ésas personas dentro de tu vida, y de no querer que se vayan nunca.

Y aunque a veces haya alguno que no te acompañe todo el camino, habrá servido de algo que durante un instante estuviera a tu lado, porque habrás aprendido, a base de bien o de mal, y habrás crecido, como un árbol, que necesita luz y agua para vivir, pero hay momentos en los que llueve y truena, hay momentos de silenciosa sombra...

Y cuando el fin llegue, todos pensaremos en aquello por lo que valió la pena estar aquí. Así que hay que aprovechar mientras se pueda, que como dice un viejo refrán la vida son 3 días.