Los niños son transmisores de sonrisas

Hoy, día 30 de enero.
Una calle cualquiera de Berlín.
Yo, y varias personas más, de distintas etnias y edades, esperamos en la calle a que nos abran la puerta de un local.
Hacia el final de la calle se empiezan a oír


el parloteo
los gritos
las risas
los saltos
las patadas a las piedras
las maestras poniendo orden

Y como por arte de magia, todas y cada una de las personas que están esperando, sonríen a los niños que pasan, agrupados de a dos, camino a alguna parte, transmitiendo alegría y contagiando risas, que ellos tienen de sobra. 


La belleza de quien no se da cuenta

Una niña pequeña dando saltitos para reunirse con su padre en el portal de un edificio.
El detalle de saltar con los pies juntos.
Saltitos muy cortos, pequeñitos, a intervalos irregulares.
Esa candidez en la sonrisa del paciente padre que espera.
Los ojos risueños de la niña, bajo el flequillo, bajo el gorro de lana con un pompón rosa.

La ternura que despierta en una transeúnte cualquiera, un ticket fugaz de ida y vuelta a su propia niñez, un segundo y medio de nostalgia.

Sacar un cuaderno en medio de la calle, escribir algo que luego compartir con extraños en el extraño mundo de internet.