Diré adiós al cáncer. Al de mi madre, esa luchadora, ese Gran Ejemplo de Mujer. Ella me ha enseñado, una vez más en la vida, que a lo que nos interrumpe el camino, le miramos a los ojos y le plantamos cara, hasta que lo derrotamos. Que caerse es sólo una excusa para levantarse con ánimos renovados y luchar aún más fuerte. [INCISO: te quiero, mami]
Daré la bienvenida a un nuevo trabajo. Todavía no lo tengo, y no sé qué forma tomará, pero confío en que me está esperando a la vuelta de la esquina.
Diré adiós a las malas vibraciones que me han acompañado desde principios de año, desde el anterior invierno, largo, frío, gris y entumecedor. Daré a cambio la bienvenida al optimismo, y a mantenerlo hasta en los días más feos y desoladores.
Diré adiós a la rutina, a esa que hace que uno se estanque y no avance, a la que nos mantiene la cabeza para abajo mirando el suelo en lugar de mirar hacia arriba y disfrutar del paisaje durante nuestro camino.
Daré la bienvenida a pasar más tiempo con la gente que quiero (típico propósito de año nuevo, pero este es cierto). A viajar si fuera necesario, y posible, porque mi tiempo es de lo más valioso que puedo ofrecer a aquellos a quienes quiero.
Diré adiós a mi yo descuidada del 2013, y abriré bien los brazos para recibir a mi yo más dedicada, comprometida, deportista, ecologista, optimista incurable, romántica, divertida, social y sociable, aventurera y paciente.
Feliz 2014!