A veces es necesario reírse de uno mismo, aunque no haya una razón aparente. Es mejor reír sin motivo, que llorar sin motivo. Es ése momento en el que sientes que si dejas escapar lo que hay dentro de tí, te echarás a llorar, y por lo tanto tratas de protegerte con la risa. Es una buena terapia.
Y cuando veo que al haber recorrido el laberinto entero, vuelvo a encontrarme con un final sin salida, me río. Y, qué le voy a hacer, tendré que dar la vuelta y volver a recorrerlo, es evidente que me habré pasado la salida sin reconocerla... Será ésta?

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Antes de irte, me gustaría que dejases algo más que las huellas de tus zapatos sobre el polvo...