Florencia, Barcelona y Stendhal

Hace días q en mi cabeza prioriza un pensamiento que casi se está convirtiendo en una obsesión: planeo un viaje a Florencia. Como amante del arte que soy, recorro webs y cuanta guía de viaje caiga en mi poder, ávida de saber tódo lo que quiero ver, e intentando planificar recorridos imposibles en los que seguramente me traicionará el tiempo y mi desconocimiento. Seguramente volveré locamente enamorada y con ganas de más, habiéndome sabido a poco éste gustoso viaje. Tengo impaciencia, nervios, emoción, me imagino a mí misma cruzando el umbral de la Santa Croce y sintiéndome mareada al igual que Stendhal, a quien se debe el conocido síndrome que se sufre cuando algo le abruma a uno demasiado. Pero yo creo que voy a padecer ésta "dolencia" en cada uno de los lugares que visite, pues tan sólo con ver imágenes del Duomo, del David de Miguel Ángel, La Primavera, El Nacimiento de Venus... me estremezco y se me pone la piel de gallina... Y ésto estando a kilómetros de distancia de mi destino...
Recuerdo mi primer encuentro con La Sagrada Familia en Barcelona. Fue a la salida del metro. Me dí la vuelta justo al salir y ahí estaba, imponente, recortándose sobre el cielo oscuro de la noche catalana... Espero que me vuelva a pasar... No puedo esperar... Muero de impaciencia!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Antes de irte, me gustaría que dejases algo más que las huellas de tus zapatos sobre el polvo...