Tan importante como una muñeca de trapo




Sólo los niños saben lo que buscan - dijo el Principito - Pierden el tiempo por una muñeca de trapo y la muñeca se transforma en algo muy importante, y si se les quita la muñeca, lloran... 

Tienen suerte - dijo el guardaagujas.




FELIZ 2010 A TODOS!

La reina del mundo

Con una copa de vino tinto, una de ésas copas de cristal fino, de las que al mojarse un dedo y resbalarlo por el borde se pueden sacar notas musicales, en la mano derecha, y una sortija de diamantes de un tamaño obsceno, yo podría dirigir el mundo y tener el dedo sobre el botón. Sí, el dedo de la sortija de diamantes, que pesa más, y que queda mucho más elegante.

Con una sonrisa a medias, y vestida con cualquier trapo de mercadillo que hacer pasar por una cara prenda de diseñador, y quizá con unas medias rotas, enseñando estilazo harapiento, tan sólo me faltan las gafas de sol y el pañuelo en la cabeza para creerme Marilyn o una nueva versión a lo Scarlett.

Con un corsé que muestre mi desvergonzado lunar en el pecho, y las telas camuflándose con cada centímetro de mi piel, dejando que la imaginación pueda ver con claridad lo que se esconde debajo de la tela, tacones de aguja y cualquier cosa roja, no importan labios, collar o pendientes, daría el pego colgada del brazo de un viejo magnate, un canoso directivo, un artista retirado o una vieja leyenda del rock.

Y si a todo éso le añadimos que tengo mucho, pero que mucho, mucho morro, yo podría proclamarme la reina del mundo.

Pero es que sería demasiado fácil...

Ojalá hubiera sido un mal sueño

Había alguien mirándola en el espejo, mirándola mientras ella se miraba a sí misma, mientras recorría con las pupilas lánguidas los cortes, los golpes, los hematomas, tan grandes que no podían esconderse bajo los pliegues de la piel, independientemente de en qué postura se colocara. Se miraba, y su reflejo la miraba también, admirando asqueada cada centímetro de aquella piel que ya no sentía como suya, deseando arrancársela toda de cuajo, quedarse toda pelada, rascarse todas las picazones de sus entrañas, echarse alcohol y prenderse fuego, entera y de golpe, y desaparecer. Meterse en un congelador y convertirse en un cubito de hielo humano. Lavarse tantas veces que dejara de ser la misma persona. Deshacerse de todo aquello que la convertía en un ser humano, dejar de tener peso y salir volando, dejar de tener conciencia y quedarse completamente vacía para no poder sentir. Vaciarse por dentro, meterse los dedos en la garganta para sacarse todo lo de dentro, hacer un inventario de ella misma sin fin, y tirar todos los pedazos por separado a los contenedores de basura, que ni para reciclarse servía.

Levantó la mirada y no se reconoció, no encontró sus ojos en aquél espejo, ni su cuerpo, ni su persona, solamente una niña flaca, desgastada, ojerosa, y violada.

I love you



- Oye, pero... tú me quieres?
- Mucho, porqué?
- Por saber. Y porqué me quieres?
- Porque contigo me siento querida. Y me gusta sentirme así.

Conversaciones tempranas

- Hola, buenos días, qué haces que me llamas tan temprano?
- Hola baby!
- Qué pasa?
- Nada, que te quiero.
- Ah! Vale, yo también te quiero. Qué pasa?
- Sólo éso.
- Me vas a decir qué pasa?
- No pasa nada, sólo quería que supieras que te quiero.
- Vale, y yo a tí, me voy a trabajar. Que tengas un buen día. Te quiero.
- Y tú también, te quiero!

Carlota espera

Sentada en sus eternos tres escalones, aquellos que cruzando la puerta que los corona, te llevan de la mano directamente a su infancia y a sus recuerdos más recientes, Carlota juega con el lazo de sus náuticas. Con una mano, distraída, se repasa los caracolillos del pelo, ésos que le caen sobre la frente como a una gitanilla cualquiera, y que a ella le gusta porque cree que le dan un aspecto rebelde, sin saber que realmente le dan un aspecto mucho más dulce que el que ella quisiera tener. Su mente divaga sin posarse en ningún pensamiento en concreto, y así van pasando los minutos, uno a uno.

A lo lejos, donde el asfalto se junta con el cielo, se divisa una figura tambaleante, con una larga bufanda enredándose a cada paso con su pelo largo. Pero Carlota no la ha visto todavía. Está demasiado ocupada echando de menos.