Ya sabes que me encanta acurrucarme contra tu piel, sobretodo cuando estás medio dormida/medio despierta, y oler ése rincón donde nace tu espalda entremezclado con el olor de tu pelo. Ése pelo, ésa maraña como la llamas tú, que te hace parecer el más dulce de los leoncitos cuando te levantas, con la cara roja de marcas de sábanas y dos rendijas de color miel entre los párpados hinchados. Y es que pareciera que el hueso de mi mandíbula estuviera hecho para apoyarse en tu omoplato izquierdo...
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siempre me han dado ternura las marcas de dormir en las mejillas.
ResponderEliminar(mimo, señorita)
Somos un puzzle donde nuestras piezas encajan perfectamente entre los plieges de esa persona amada.
ResponderEliminarUn abrazo