Errores repetitivos

Descalza y de puntillas, iba recogiendo los pedazos de la noche anterior, que habían quedado esparcidos por el suelo de la habitación, y parte de la sala. No quería hacer nada de ruido, así podría marcharse por la puerta tal y como había llegado. Al salir, fue tan "visto y no visto" que ni las motas de polvo de alrededor de la puerta se inmutaron lo más mínimo. Al fondo, en la habitación de los pecados, un torso se daba la vuelta y estiraba un brazo hacia la nada. Allí donde momentos antes había habido un cuerpo cálido, ahora las sábanas apenas conservaban un leve olor a otra persona y las arrugas de lo pasado sobre ellas.

Al llegar al rellano se puso las zapatillas sin calcetines, ya que con las prisas se los había metido en el bolso junto con la rebeca, todo hecho una pelota. Quería olvidarse de lo de anoche, era un error, un error que no era la primera vez que cometía, y maldita sea ya no era una niñata! Se recogió la larga cabellera en un moño, y se ató la bufanda al cuello. Desapareció por la esquina de la calle como si nunca hubiera estado ahí.

Y desde el quinto piso pudo verse un borrón de pelo rojo y lana de colores fugándose con todos los sueños construidos durante la noche previa. Y con un corazón que no le pertenecía.

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Antes de irte, me gustaría que dejases algo más que las huellas de tus zapatos sobre el polvo...