La felicidad de las cosas sencillas

Un punto, dos puntos, tres puntos, un punto alto y un punto alto doble; dejo el dedo descansar donde empieza/termina mi crochet y te miro. Te miro mientras tú me miras pero no me ves, más concentrado en la pantalla donde te enseñan 22 tíos tras un balón. Y de repente sí me ves, me miras, me observas, y me lanzas un beso. Y yo te mando otro beso bien sonoro, que retumbe en los tímpanos mucho después de lanzado.

Y sigo con mis puntos. O mis pinceladas. Depende del hobbie de  la noche.

Y siento que no hay nada que me haga más feliz que la simplicidad de nuestra rutina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Antes de irte, me gustaría que dejases algo más que las huellas de tus zapatos sobre el polvo...