La belleza de quien no se da cuenta

Una niña pequeña dando saltitos para reunirse con su padre en el portal de un edificio.
El detalle de saltar con los pies juntos.
Saltitos muy cortos, pequeñitos, a intervalos irregulares.
Esa candidez en la sonrisa del paciente padre que espera.
Los ojos risueños de la niña, bajo el flequillo, bajo el gorro de lana con un pompón rosa.

La ternura que despierta en una transeúnte cualquiera, un ticket fugaz de ida y vuelta a su propia niñez, un segundo y medio de nostalgia.

Sacar un cuaderno en medio de la calle, escribir algo que luego compartir con extraños en el extraño mundo de internet.

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