Esto no es un cuento de hadas


 



Sus ojos se cruzaron entre el verde de los árboles, y fue como si un segundo durara 100 años.La chispa que se encendió de inmediato era tan intensa, que ambos desviaron la mirada de inmediato para evitar prender fuego al parque.

Él se acercó - no iba a dar el primer paso ella, claro -, pidió permiso para sentarse junto a ella, y empezaron una agradable conversación sobre temas inocuos. Nada que pudiera ofender o molestar a alguien, nada comprometedor. Al final de la tarde intercambiaron números de teléfono.

A los 3 días - la regla de oro de no llamar demasiado pronto cumplida - él la llamó. Ella fingió estar sorprendida, y ocupada, para no dejar claro que se había comido las uñas hasta las cutículas ansiando la dichosa llamada. Quedaron. Cenaron. Y se fueron juntos a la cama.

Varias cenas y enredos entre sábanas después, ambos sintieron aquella punzada de desilusión al darse cuenta de que sus caminos no iban en paralelo para juntarse, sinó que eran caminos perpendiculares, y era el momento de seguir cada uno individualmente. No tenían nada que compartir. Nada en común.

Y es que a veces, los cuentos de hadas también pueden ser de sólo una noche.

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