Va de leyendas...

Es curioso. Leyendo el blog de otra persona he recordado las leyendas que recuerdo de mi infancia. La mayoría las oí en Menorca, en una acampada, a los 12 añitos. Nos las contaban después de cenar. Era todo un acontecimiento. Venía un señor mayor, de pelo y barba gris, nacido allí y con indudable acento menorquín, y se sentaba en una silla de playa al lado del fuego. Los demás nos sentábamos en el suelo, atentos a cualquier cosa que dijera, esperando que la "rondalla" empezara.


Una de las que mejor recuerdo es aquella que cuenta porqué a la Naveta del Tudons le falta una piedra (para aquellos ignorantes, es un monumento megalítico con forma de nave invertida, típica imagen de postal turística). Según se cuenta, dos hermanos (hay quienes dicen que eran gigantes) peleaban por el amor de una joven. El padre de ésta, indeciso, puso a prueba a ambos retándoles a construir una obra monumental. El primero decidió cavar un pozo de tal profundidad que siempre llevara agua. El segundo se propuso construir la naveta, con intención de que fuera un tálamo nupcial (aunque científicamente se ha probado que tuvo un uso funerario). Cuando éste estaba a punto de colocar la última piedra, escuchó a su hermano gritar que había encontrado agua. Los celos y la rabia de haber perdido cegaron al gigante, que empujó a su hermano al fondo del pozo y le tiró la última piedra encima, matándolo y dejando así su obra inacabada. Dicen que la joven se murió de pena, el padre de anciano, y el gigante fué el último de su especie. Ésta podría ser también considerada la leyenda de porqué se extinguieron los gigantes en Menorca.


Ésta que viene no tiene foto, pero es muy bonita, y recuerdo que es la que más me gustó de todas las que me contaron. Cuenta la leyenda que un buen día, un amo de una granja envió al mozo a Ciutadella para afilar un arado. Cuando el niño volvió, el arado era de plata. Muy sorprendido, el amo decidió probar suerte al día siguiente, y volvió a enviar al chico con otro arado, diciéndole que lo quería tan bien afilado como el día anterior. Y así fue, al regresar, el mozo traía un arado de plata pura. Por tercera vez el hombre envió al chico a Ciutadella con un arado diferente, pero ésta vez, muerto de curiosidad, le siguió para descubrir el misterio. Resultó que el niño, en lugar de llevarlo a Ciutadella, se encaminaba hacia el mar, donde se encontraba con la ciudad desaparecida de Parella. Aquél día al ser el tercero, la inocencia del pequeño habría roto el hechizo, y la ciudad habría resurgido del fondo del mar, donde se cree que todavía hoy se encuentra por culpa de la avaricia de su amo. Podemos consolarnos pensando que es cierto que hoy día la ciudad se ve únicamente la mañana de Sant Joan entre la niebla.

Y ésto es todo por hoy. Se acaba un duro día laboral, y me voy a casa a descansar. Espero que a los que hayás leido mis rondalles las hayáis disfrutado tanto como yo. Ha sido como volver a mi infancia momentáneamente.

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