Cuentos de hadas del siglo XXI

Se conocieron una noche de agosto cualquiera, igual a la anterior, igual a la siguiente. La humedad, la temperatura, el ambiente... nada distinto que hiciera pensar que ésa sería una noche que recordar.
Ella, top amarillo y los vaqueros de salir, los apretados. Él, también con tejanos, y camiseta negra. En realidad era azul oscuro, tan oscuro que se veía negro. Podrían no haberse conocido nunca, pero no era eso lo que tenía que suceder. Dos ríos cruzarían aquella noche sus cauces irremediablemente.


Nada fue diferente en su primera conversación. Un chico y una chica, en una discoteca, presentaciones como ya se han visto muchas antes, conversaciones introductorias sobre todo en general y nada en particular. Cuántas historias empiezan así y terminan en nada? Esta fue al revés. Empezó en nada y no ha terminado aún. Y no terminará. Hace ya tiempo que se convirtió en una de esas leyendas que se cuentan generación tras generación, que los niños pequeños encuentran aburridas, y las niñas sueñan despiertas con que algún día les suceda a ellas también.


El primer beso no llegó en seguida, se hizo de rogar. Quizá por eso fue tan ansiado. Quizá por eso supo tan bien. Sabía a anticipación, a toda una vida por delante, a polvo de hadas. Uno de esos besos que te siguen rondando la boca y la mente, mucho después de haber sucedido. 
Y a pesar de que ambos sabían que lo mejor era olvidarse de aquel romance fugaz de verano... ninguno pudo. Y la historia volvió a repetirse. 


Muy a pesar de las dificultades, siendo la mayor la distancia, decidieron tirarse a la piscina de cabeza. Durante 5 largos años estuvieron juntos y estuvieron separados, pero la distancia física no se hizo latente en sus corazones, incluso en los momentos más grises. Al final el tozudo destino se salió con la suya, y eliminó todas las barreras. Y el príncipe, que ya había dejado de ser rana largo tiempo atrás, pudo por fin reunirse con su princesa por siempre jamás. 
 





Este es mi regalo/cuento de cumpleaños
para la persona más especial de mi mundo:
David, 6 de febrero de 2011.

1 comentario:

Antes de irte, me gustaría que dejases algo más que las huellas de tus zapatos sobre el polvo...