Y ésto, no es importante?

Sí que da vueltas la vida, sí. Muchas cosas cambian, lo queramos así o no. Es inevitable. El mundo rueda y las cosas ruedan con él.
Palabras que no esperas oir, encuentros para bien o para mal, alegrías y otras no tanto que te sorprenden de alguna manera, y a veces no tanto. Cuando se ve venir es diferente. Te lo esperas, y has tenido tiempo para prepararte. Que lo hayas hecho o no es otra cosa. Pero al menos has tenido la opción.
Pero y cuando no lo esperas? La verdad es que llega igual. Y si es para mal, es como si recibieras una bofetada en plena mejilla cuando esperabas recibir una caricia... Duele durante un tiempo, supongo que deja de doler cuando te acostumbras al cambio.
No sé qué se supone que debo pensar o sentir. En el fondo creo que no debo dejar de sufrir, porque entonces significará que he dejado de preocuparme, y no quiero convertirme en piedra. Quiero seguir siendo persona. El dolor es lo que nos diferencia. La capacidad de sentir, de emocionarse, de temblar, de que se ponga la piel de gallina, de llorar. O de llorar mucho.
Lágrimas que se secan en mis mejillas, porque yo no quiero o no puedo secármelas. Y las que se me quedan dentro? Esas no secarán jamás. Son mis espinitas. Es una lástima que todas ellas provengan de gente que me importa, o que me importó alguna vez.
Tantas decepciones que se me acaban los dedos de las manos y los pies... Si contara las lágrimas una a una, no tendría tiempo en la vida de hacer nada más. Por eso prefiero dejarlo todo allí, en ése cajón de recuerdos que a días me arrancan una sonrisa, y a días no.

Me viene a la cabeza una parte de mi libro preferido, y que por muchos libros que lea, nunca dejará de serlo. El Principito. "Hace millones de años que las rosas fabrican espinas. Y hace millones de años que los tigres se comen a las rosas. Y ésto, no es importante?"

De los homenajes a nosotras.

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