Mi punto de vista

A veces te das cuenta de que no es el fin del mundo. De que aquello que pronosticabas como catástrofe no es para tanto, de que hay que desdramatizar y ver con los ojos lo que hay delante de ellos.

El arte de perder no es difícil de aprender.Tantas cosas parecen empeñadas en perderse, que su pérdida no es un desastre. Pierde algo cada día. Acepta el tumulto de llaves de puertas perdidas, las horas malgastadas. El arte de perder no es difícil de aprender. Practica entonces perder más aún, y más rápido:lugares, nombres, y el sitio al que se suponía que viajarías. Nada de esto será un desastre. Perdí el reloj de mi madre, y -¡mira!- la última, o penúltima de tres casas que amaba se fue. El arte de perder no es difícil de aprender. Perdí dos ciudades, ambas adorables. Y, más ampliamente, algunos sitios de los que era dueña, dos ríos, un continente. Los echo de menos, pero no fue un desastre. Hasta al perderte a ti (la voz bromista, un gesto de amor) no habré mentido. Es evidente que el arte de perder no es demasiado difícil de aprender aunque parezca por momentos un desastre. (Elizabeth Bishop)


Cuánta razón tiene Bishop. Escuché éste precioso poema por primera vez en una película, In her shoes, una historia de dos hermanas. Lo creo muy cierto. Es como si me hubiera quitado las palabras de la boca: no es ningún desastre.

Creo que volveré a ver la película, sólo por el placer de oír el poema de nuevo, aunque sea a trancas y barrancas por el personaje disléxico de Cameron Díaz.

Se pueden perder muchas cosas, y personas, lugares, continentes y ríos, como dice el poema... Pero creo que el arte de perder se encuentra en saberlo aceptar con una sonrisa sin lágrimas.

Yo pierdo algo cada día.


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Antes de irte, me gustaría que dejases algo más que las huellas de tus zapatos sobre el polvo...