Las cenizas de Carolina

Cuando por fin los bomberos pudieron echar abajo la puerta, aquél portón gastado y demasiado pesado para la época en la que se llevaban las puertas finitas hechas de contrachapado, prácticamente no había nada que salvar. Buscaron heridos, posibles víctimas. Nadie. Tan sólo restos, hechos ceniza. Con cuidado de no tocar nada, pues el fuego se había extinguido por sí sólo, y tocar algo era correr el peligro de que se deshiciera al instante, salieron tal y como habían entrado. Haciendo mucho ruido, y dejando desolación a sus espaldas.

Las paredes, testigos de lo que había sucedido en aquella cocina antigua y descascarada, ennegrecidas por el humo, amarillentas en los lugares que se habían salvado del fuego pero no del tiempo, jamás le contarían a Carolina qué pasó cuando salió por la puerta de su casa sin llaves, porque en aquél momento ella ya estaba muy lejos de allí. Probablemente rumbo a ninguna parte.

2 comentarios:

  1. ninguna parte puede ser un lugar maravilloso... :)

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  2. Que paisaje mas desolador........pero esto da la oportunidad de un nuevo comienzo.

    Un abrazo

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Antes de irte, me gustaría que dejases algo más que las huellas de tus zapatos sobre el polvo...